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Enfrentando las enfermedades

Héctor José Fester - Equipo de Vivenciar.net

90%

Algunos especialistas sostienen que el 90% de las enfermedades tienen que ver con fenómenos sociales, económicos, políticos, psicológicos y espirituales que afectan a las personas.

71 años

En 1950, el promedio a nivel mundial de la esperanza de vida a la hora de nacer era de apenas 46 años. En 2015, se había disparado a los 71 años.

Cuando una enfermedad toca nuestra puerta

Cuando la enfermedad aparece en nuestra vida miles de interrogantes nos vienen a la mente. ¿Por qué a mí? ¿Por qué justo ahora? ¿Adónde puedo ir para que me curen? ¿Será grave esta enfermedad?

Y mucha de la tranquilidad que necesitamos para enfrentar y superar nuestra enfermedad depende de la respuesta que encontremos a estos interrogantes. Pero también de que nuestra respuesta sea sincera, realista y positiva.

A pesar de los constantes avances científicos, de los innumerables medicamentos, de los avanzados estudios en el campo de la medicina y otras tantas «buenas atenciones» que se reciben, no es fácil enfrentar esta situación. Lamentablemente pocos son los que se preocupan por el enfermo como persona. La medicina integral muchas veces, es sólo una teoría que no se logra poner en práctica debido a la complejidad de cada ser humano.

¿Por qué nos enfermamos?

En la búsqueda de las causas que pueden llevarnos a la enfermedad aparecen hipótesis que van desde los cambios del clima y las inclemencias del tiempo, pasando por la aparición de algún virus desconocido, de los problemas que trae el estrés, mal descanso, el cigarrillo, el alcohol y la mala alimentación, hasta llegar a los problemas anímicos.

En realidad, nunca se trata de una sola causa, sino de muchas causas que concuerdan en un momento y en una persona. Puede haber también una disposición a ciertas enfermedades en la estructura genética de la persona.

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¿Estoy enfermo o me siento enfermo?

Una cosa es estar enfermo y otra, bastante diferente, es sentirse como tal. Hay gente que se siente enferma y consulta al médico ni bien se siente extraña. Sin embargo, hay otra que aunque siente dolores no se detiene para ver qué es lo que le pasa.

Esto depende de la personalidad de cada uno. Hay gente que va a trabajar con fiebre, y otra que con el mismo síntoma guarda reposo. En ambos casos es importante que revisemos nuestras prioridades en la vida.  Es importante saber que, a veces, las enfermedades sirven para expresar algo de nosotros mismos que no sabemos cómo decirle a los demás.

Definición de salud…

La OMS (Organización mundial de la salud) define a la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Esto nos lleva a pensar que ante algún síntoma extraño en nuestra vida es necesario que nos detengamos y podamos evaluar qué es en realidad lo que nos está pasando.

La medicina busca tratar las causas y los síntomas de una enfermedad. Muchas veces nosotros mismos nos preocupamos solamente de la parte física de una enfermedad. Pero somos seres con sentimientos y emociones, seres que necesitan de la compañía de otros, de nuestros semejantes. Por eso es necesario cuidarnos mucho en la parte mental, porque si estamos mentalmente saludables, tendremos mejores condiciones de enfrentar las dolencias físicas que nos afectan.

Es importante que ante cualquier anomalía en nuestra salud consultemos a un médico para cuidar de los síntomas. Pero es cada vez más evidente que necesitamos también cuidar de nuestra vida íntegramente, observando nuestra salud mental y espiritual.

Es importante que ante una anomalía en nuestra salud podamos ir al médico, tener un diagnóstico en lo físico.  Pero es necesario pensar en nuestra vida integral, en lo psicológico y espiritual.

Cómo actuar ante un diagnóstico desfavorable.

El actuar en estos casos dependerá de nuestro estado de ánimo y de las circunstancias que estamos viviendo. Pero, sin lugar a dudas hay que tomarlo con mucha calma y seguir las recomendaciones del médico – esto es fundamental. Ante una enfermedad sencilla o muy grave, en todos los casos, hay que tomarlo con seriedad. Sin pensar en lo peor, pero siendo realistas. No hacer conjeturas, no comparar con otras situaciones vividas por otras personas.

La costumbre de hoy en día es buscar información sobre las dolencias específicas en internet, puede llevarnos a la desesperación o a falsas expectativas. Hay mucha desinformación circulando por las redes, además de mucha gente mal intencionada tratando de obtener ventaja ofreciendo tratamientos milagrosos sin ninguna eficacia. No hay problema en buscar información, pero no haga nada sin consultar a un profesional que está cuidando de su salud.

Cada caso o cada situación es particular y por ello es necesario que se tome como tal. Es aquí donde podemos ver el “vaso medio vacío o medio lleno”. Enfrentar la realidad con rapidez y esperanza.  El pasado no lo podemos cambiar pero según cómo vivamos este presente puede cambiar mucho nuestro futuro.

 

 

Actitudes a tener en cuenta.

 

  • Sentirse acompañado…

 

Todos nos deprimimos frente a una enfermedad. A veces nos sentimos tan vulnerables frente al dolor que nos transformamos en seres indefensos y frágiles. Hasta el más fuerte se vuelve un ovillo de nervios o simplemente desmaya cuando tiene que enfrentarse con el sufrimiento.

Cuando estamos enfermos podemos sentirnos solos, y parece que la soledad torna aún más doloroso el mal que padecemos.   Claro que es muy distinto sentirse solo que estar solo. Podemos estar rodeados de personas y sentirnos solos. No es cualquier compañía, sino una buena compañía la que quita el sentimiento de soledad. Es realmente bueno sentirse acompañado, ya sea por un familiar, o por alguien en quien confiamos. Todo dolor físico o emocional se hace más llevadero cuando es compartido con alguien. La presencia de un amigo o de un ser querido puede ser el apoyo tranquilizador que se necesita y anhela.

 

  • Sentirse ayudado…

 

Generalmente estar enfermo implica necesitar ayuda de los demás. Sin embargo hay muchos enfermos que por orgullo, o vergüenza se molestan por no poder arreglárselas solos. Nunca dependen de nadie, y ahora que necesitan de otros que los cuide, les de los medicamentos y en muchos casos hasta que los alimente, los cambie, los bañe, los vista y les ayude a hacer sus necesidades fisiológicas, se sienten sumamente avergonzados.

Estamos muy acostumbrados a ser independientes, a hacer lo que queramos, a valernos por nuestros propios medios, Y vivimos en una sociedad que cada vez se torna más individualista. Entonces, tener que depender de los demás puede resultar tan difícil, que puede llegar a dificultar la recuperación. Sin embargo, cuando aprendemos a confiar y depender sanamente de los demás, y ayudamos en lo que podemos, la recuperación se hace más fácil y mucho más llevadera.

 

  • Sentirse en confianza…

 

Para ello es indispensable poder depositar nuestra confianza en aquellas personas de quienes dependemos. Recuerde, la confianza en el médico, los enfermeros y familiares que nos atienden favorece la recuperación.

Un abanico de enfermedades.

Estamos expuestos a contraer un sinfín de enfermedades y cada día aparece una más grave, hasta que se encuentra el medicamento para atacar los síntomas, o parece la vacuna para crear anticuerpos y así no contraer la enfermedad. La solución no es vivir con miedo, sino tomar los cuidados necesarios y adecuados, aprovechando lo que está a nuestro alcance para estar fuertes en defensas para no contraer una enfermedad.

También debemos tener en cuenta que hasta los más fuertes pueden caer. Nadie está exento cien por ciento de contraer una enfermedad. Estás pueden ser muy duras y difíciles de sobrellevar, pero en todos los casos es importante atacarlas lo más rápido que se pueda. Posiblemente se tengan en estos casos más herramientas para combatirla.

¿Por qué Dios permite las enfermedades?

Lo más probable es que hayas hecho esta pregunta varias veces. Por supuesto, como seres humanos, a menudo no entendemos los pensamientos y las formas de actuar de Dios. Pero debemos saber que Dios no nos controla como si fuéramos marionetas o robots. Nos dio la libertad de elegir cómo tratar nuestro cuerpo con nuestra dieta y hábitos. y debemos reconocer que a menudo cometemos errores en estas elecciones y tenemos que afrontar las consecuencias que nos llevan al sufrimiento y, en este caso concreto, al sufrimiento por enfermedades. E incluso si somos muy cuidadosos con el cuidado de nuestro cuerpo, aún así podemos enfermarnos. A pesar de todos los cuidados que podamos tomar, aún así enfrentaremos enfermedades, sufrimiento y muerte porque esa es la condición humana actual.

Necesitamos saber que Dios permite que esto suceda, pero podemos estar seguros de que nunca nos abandonará. Más bien, camina a nuestro lado en todo momento, dándonos la fuerza y ​​la esperanza que necesitamos para enfrentar cada situación difícil en nuestra vida.

Enfrentando como padres la enfermedad de un hijo.

Sin lugar a dudas es una situación difícil que debe afrontarse como padres. Es importante estar unidos como familia, poder apoyarse mutuamente. Esto también dará cierta seguridad y fuerza al hijo que está padeciendo la enfermedad.

En esta situación también surgen preguntas en cierta manera lógicas: ¿Por qué? ¿Por qué en alguien tan pequeño, o joven? Y es bueno que podamos ir del por qué al para qué. Para valorar la vida, lo poco o mucho que tenemos, todo los que nos rodean y apoyan. Para que veamos que a pesar de la adversidad alguien nos da fuerzas y motivos para seguir adelante. Para que valoremos esos momentos, tal vez cortitos pero que son únicos y que nos llenan de felicidad. Con paciencia, con amor y trabajo cuidadoso de nuestras manos y de nuestro corazón podemos convertir el cuadro de nuestro hijo o hija opacado por la enfermedad en una oportunidad fructífera, llena de vida.

Es importante que podamos ser sinceros con nosotros mismos y con nuestro hijo. Sobre todo amarlo, ni más ni menos por estar enfermo, sino como un hijo merece ser amado. Reconocer que un hijo es un regalo y vivirlo y disfrutarlo cada día como tal.

Conviviendo con un ser querido enfermo.

Convivir con una persona enferma no es una tarea fácil. Dependiendo de la enfermedad y la manera en que esta se haga presente, las personas que conviven con un enfermo van sintiendo diferentes dolencias físicas, psíquicas y espirituales. Quienes conviven con enfermos pueden sufrir problemas musculares ocasionados por mover a otra persona y en ocasiones de peso elevado. Problemas psicológicos, como depresión, cansancio, abatimiento, ansiedad, aislamiento social pues sólo se piensa en el enfermo. El cuidador también puede perder su equilibrio emocional al “olvidarse” de su persona.

Es oportuno siempre evaluar la situación en que se está viviendo y buscar un equilibrio en la atención de la demanda de la persona como de nuestra propia vida. Si esto no se hace adecuadamente posiblemente haya dos personas enfermas y todo se tornará aún más difícil.

Confianza y aceptación entre familia

Eres una persona práctica que pertenece a una familia que tiende a buscar el equilibrio, y en la que se preocupan unos por otros. Por lo general, el tiempo lo aprovechan para disfrutar de su compañía, pero saben respetar sus ideas y espacio propios. Son exigentes, y creen saber como hacer las cosas mejor que los demás. Una gran cualidad que tienen es una elevada escala de valores. La comunicación es una de las cualidades que abandera tu familia. Esto permite la confianza, la aceptación y el que se fortalezcan los lazos entre sus miembros. Saber lo que sucede entre los habitantes del hogar, favorece una mejor canalización de la ansiedad, ante circunstancias tan extrañas como aquellas que la pandemia trae; al saberse acompañados y comprendidos entre sí, fortalece la tolerancia a la frustración, la paciencia y el sentido del humor, muy necesarios en esta atípica situación.

Familia unida entre los miembros

Eres una persona cariñosa y entregada, que espera mucho de los demás; por lo general muestras interés en el bienestar de los que son cercanos a ti, por lo que tu ayuda está generalmente dispuesta a lo que se requiera. Perteneces a una familia unida, muy arraigada, con un gran apego entre los miembros. Tienen una consciencia de tipo grupal, es decir, lo que le pase a un miembro, para bien o para mal, repercute a todos los demás, por tal motivo, puede ser que la pandemia haya desplegado una mayor ansiedad e instinto protector. Tu familia es unida y generalmente saben lo que ocurre con cada uno de sus miembros, tienen una comunicación abierta y fluida. Aunque la pandemia alteró su nivel de estrés, han fortalecido sus lazos, se han conocido mejor.

Tienes una capacidad adecuada al cambio

Tu índice de capacidad de adaptación al cambio es adecuado, a veces ha sido difícil algunas de los cambios, puede ser que hayas sentido miedo, pero lo lograste superar y seguir adelante aferrándote a la ayuda de las demás personas que están a tu alrededor y de todas las herramientas que tienes a la mano para salir de estos estados complicados y complejos en los que te has visto inmerso.

Te adaptas poco a los cambios

Este tiempo ha sido muy difícil para ti, cada uno de los cambios que te ha tocado hacer ha sido un sufrimiento y una dificultad. Tienes que buscar ayudar y tratar de buscar formas de ser más flexible en las cosas que haces. Busca ayuda de amigos o familiares, o si deseas de algún profesional que te ayude a adaptarte mejor a los cambios que estás haciendo y que tienes que hacer para estar mejor y vivir una vida plena. No te presiones tanto, recuerda que los cambios no son fáciles, pero con ayuda estos son mucho más sencillos.

¿Y qué más?

Por más cuidadosos que seamos en nuestra salud, las enfermedades aparecen y pueden ser muy graves hasta poner en jaque nuestra vida. Ellas pueden ser una llamada de atención que muestra un desajuste en nuestra vida. Muchas veces no se para y se reflexiona hasta que la enfermedad obliga hacerlo. Pero nunca es tarde para cambiar.

Estar enfermo es un síntoma de debilidad, y reconocer la debilidad es cosa de valientes. Gran parte de la cura de las enfermedades se logra no por la lucha contra ellas, sino por la aceptación de las mismas con todo lo que ello implica. Temores, angustias, dolores, dependencia y confianza en médicos, enfermeros, familiares. Aceptar la enfermedad también implica reconocer que Dios es el Señor del universo, el hacedor de la vida y quien tiene poder sobre la misma. Por ello es sabio confiar en Dios y aceptar su voluntad.

No es grato padecer una enfermedad, pero cuando se la acepta y se aprende de ella, hasta la enfermedad resulta beneficiosa para la vida.

““Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.””.

Jeremias 29.11

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